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Explicar y comprender (2006-2017): Una década del Observatorio Vasco de la Cultura

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El Observatorio es el principal proveedor de herramientas de análisis y prospección sobre el sector cultural vasco. Para ello está atento a los debates en materia cultural, se hace preguntas, formula hipótesis, busca la metodología más adecuada, contrasta los resultados, traduce los datos, los interpreta y valora su utilidad. Se dedica a investigar, explorar y reflexionar desde los valores de la independencia, el rigor y la transparencia. Así, a lo largo de estos años, cuenta con un amplio banco de información y numerosos estudios cualitativos que han abordado las cuestiones candentes en los debates culturales. Pero el valor de contar con un organismo como el Observatorio no se mide únicamente en cuanto a la cantidad de trabajo realizado, sino en dos cuestiones de especial importancia.

En primer lugar, es un elemento constitutivo de una política cultural, no un instrumento al servicio de una política. Su función nutriente del conjunto del sistema cultural vasco le sitúa en una posición central para tener una visión crítica de conjunto, para facilitar la toma de decisiones y para proyectar nuevas políticas. Así, el dispositivo informativo es un agente que actúa, participa, reflexiona y se implica en la propia realidad contribuyendo a generar un entorno cultural maduro. Con intención de aportar e incidir. Con voluntad transformadora.

En segundo lugar, el servicio que el Observatorio presta garantiza una concertación de calidad. La cultura es un espacio de confluencia entre lo público, lo privado y lo comunitario. Ante unos sistemas de relación cada vez más abiertos y complejos, un organismo dedicado a trabajar con el conocimiento facilita el acuerdo porque proporciona información necesaria, contextualizada y útil para la toma de decisiones fundamentada. Ayuda a decidir, a acordar, a concertar políticas con argumentos sólidos.

Y precisamente porque la cultura es un ámbito complejo que favorece el desarrollo individual y colectivo es necesario seguir apostando por un instrumento como el Observatorio. Para poder llevar a cabo políticas culturales con calado; para evaluarlas con criterio; para construir desde la cultura una sociedad mejor.

Esta memoria resume una década de trabajo fecunda. Es un viaje que no hubiera podido realizarse sin la complicidad del conjunto de agentes culturales. Invito a leerla desde el convencimiento de que contribuye a conocer mejor el Observatorio, un instrumento de todas y todos.